Ganamos Bien, pero podemos dar mas.
Estaba para golear, Boca. Estaba para brillar, también. Volaba Palacio en
una cancha rápida, se escapaba Gracián de una banda a la otra, tocaba Banega
con claridad y de primera, se mezclaba Ledesma, se disparaba Dátolo y
olfateaba, Palermo, que así, por fin, sus chances de gol iban a llegar en
cantidad. El equipo de Russo era rápido, preciso y móvil. Ancho y profundo.
Mejor arranque, imposible. Su gente, en la previa, había festejado el gol de
Matellán (y el de Gandolfi). Antes de los diez había gritado el 1-0. Antes
de los 15 pudo celebrar otro, si no fuera porque Rodrigo quiso ser solidario
con Martín y resolvió mal. Pero así, quién iba a dudarlo, el tercero
llegaría pronto. Y antes que el segundo.
Estaba para golear, Boca, porque Olimpo, además, ya era un alma desesperada.
Preparado para aguantar, esa estrategia se le había derrumbado rápido y el
local le quebraba una y otra vez la primera línea de batalla. Por eso jamás
imaginó que una falta lo sacaría de esa sensación de ahogo. Fue la patada de
Pinto, a los 20 minutos, la que le cortó la media a Banega (además lo sacó
de la cancha) y también el envión al equipo de Russo. Sin el cinco, sin el
hombre que hacía el bordado grueso y el bordado fino, porque la recogía de
atrás y la sacaba limpia, Boca se quedó sin circuito. Y sin sorpresa.
Gracián tuvo que bajar a buscar y ya no tuvo tanta movilidad por todo el
frente. Se fue diluyendo él. Y el equipo.
Olimpo, entonces, pareció resucitar de su propia sentencia previa, se
adelantó en la cancha, pero fue más que nada una sensación de alivio. Jamás
lo lastimó al local (recién en el final, ya con el partido 0-2, revolcó por
primera vez a Caranta), que mostró mucha solidez atrás. ¿Lo pudo golear Boca
en el segundo? También. Ya sin brillar, despertó de la remolona. Se apagó
Gracián definitivamente, pero creció mucho Dátolo, siguió incisivo Palacio,
acompañó Battaglia, se sumó Ibarra (más ocho que cuatro), se volvió a
mezclar Ledesma y, así, por peso propio y debilidad rival, el equipo de
Russo tuvo chances muy claras (entre ellas, remate de Ledesma de zurda, la
gran atajada del Mono a Battaglia y la que falló Palacio abajo del arco)
antes del 2-0 de Palermo.
Estaba para golear, Boca. Pero ganó bien. Mostró que con Banega, Dátolo y
Gracián podrá lucir. Volvieron a marcar sus delanteros, sigue puntero y en
definitiva festejó más de dos goles. No es poco, claro.
Fuente : Ole.com
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